Hace casi 50 años nací aquí en Salamanca y tuve la gran oportunidad de ser testigo de la época dorada de nuestra ciudad. Como no recordar la construcción de la Avenida Faja de Oro, de los puentes gemelos, del paso a desnivel de la calle Obregón, del boulevard Clouthier, de la avenida Veracruz o del boulevard Bicentenario; obras que significaron la ilusión de ver a nuestro municipio desarrollarse como un municipio dinámico, próspero y con alto empuje económico.
Aparejados a estas obras, varios empresarios salmantinos y foráneos fueron realizando inversiones que comenzaron a detonar en nuevos negocios que hicieron crecer el circulante monetario en la localidad y que nos hacían pensar en que Salamanca se adentraba al nuevo milenio con un vigor propio de ciudades vecinas como Irapuato, Celaya y León.
Obviamente, las obras emblemáticas mencionadas y todas esas nuevas inversiones de capital privado requerían que el gobierno salmantino hiciera su parte a través de una dotación de servicios públicos eficientes y de alta calidad.
La seguridad pública, la limpieza y recolección de basura, el alumbrado público, el orden vial, el suministro adecuado de agua potable y alcantarillado, son servicios a cargo de la administración municipal que no solamente son indispensables para el desarrollo económico de Salamanca, sino que también son servicios que impactan directamente en la calidad de vida de los salmantinos.
Lamentablemente, tras aquella época dorada de Salamanca, llegaron administraciones públicas con grandes dosis de ambición personal, y de a poco, fueron destruyendo cada servicio municipal existente y minaron el bienestar de los habitantes: desaparecieron la policía municipal, privatizaron la recolección de basura, convirtieron a CMAPAS en una especie de empresa privada, destrozaron el alumbrado público y con ello, fueron abollando los satisfactores sociales. Todo a cambio de algunos pesos en sus bolsillos.
Hoy, tristemente, hemos tocado fondo. La actual administración municipal no solamente no es capaz de programar una semaforización inteligente que haga fluir el cada vez más intenso tráfico vehicular, tampoco puede reponer los reflectores de alumbrado público que están fundidos y mucho menos es capaz de reparar o reponer los postes de semáforos o de alumbrado público que son dañados en accidentes viales (a pesar de que los responsables son obligados a pagarlos).
Eso sí, destinan millones de pesos a fondo perdido para organizar bailes y espectáculos musicales que poco o nada sirven para devolverle la gloria a Salamanca. Pan y circo al pueblo, que el pueblo todo lo soporta.
Ineptitud, ineficiencia, corrupción, desprecio, desdén: no importa el calificativo; al final, los últimos 12 años de gobierno local se caracterizan por haberle robado a Salamanca su esplendor y su alguna vez brillante futuro.