
SALAMANCA, Gto. – Familiares y víctimas del trágico suceso ocurrido el 16 de marzo en la comunidad de San José de Mendoza, donde fueron asesinados ocho jóvenes, compartieron sus testimonios de dolor y pérdida durante el Segundo Foro Salmantino por la Construcción de la Paz. Las desgarradoras historias evidenciaron el miedo que aún permea en la comunidad.
El Dolor Incurable de una Madre
Blanca Ríos, madre de una de las víctimas, relató la angustia de aquella tarde de domingo en que sujetos armados atacaron a un grupo de jóvenes que convivían frente a la iglesia.
«Ellos eran ocho jóvenes con muchos sueños y metas, y tenían mucha vida por delante», expresó la madre con profunda tristeza. Señaló que seis de ellos estaban conviviendo fuera de la iglesia, y dos más iban pasando en motocicleta cuando fueron alcanzados por las balas. Además, seis personas más resultaron heridas, con sus vidas marcadas «para siempre».
Blanca Ríos destacó que los jóvenes eran parte del grupo juvenil de la comunidad, muchachos «alegres, respetuosos, trabajadores, estudiosos» que no se metían con nadie. Tres de ellos estudiaban la preparatoria (Edwin, Alexis y Juan Martín), mientras que otros trabajaban para apoyar a sus familias (Bruno, Miguel, Fernando y Flaviano). Daniel, huérfano desde pequeño, trabajaba para sostener a sus abuelos y a su hermana.
«La comunidad de San José de Mendoza ya no es la misma desde aquella tarde… ese lugar quedó marcado con sangre», lamentó. A nombre de las ocho familias incompletas, pidió a Dios que les dé fortaleza, pero concluyó con una súplica dirigida a las autoridades y la sociedad: «Lo único que pedimos es paz, seguridad para nuestra comunidad de San José de Mendoza. Muchísimas gracias».
*Sobreviviente Lucha por su Recuperación*
Por su parte, Isaac Mondragón, un joven de 19 años y familiar de varias víctimas, compartió su experiencia como sobreviviente del tiroteo, donde perdió a su primo hermano Daniel y a otro primo cercano, Juan Martín.
Isaac, quien resultó lesionado en el ataque, confesó que su proceso ha sido un «volver a empezar una nueva vida». Agradeció el apoyo psicológico que le ha ayudado a «soltarse» y a «volver a sentirse él mismo». A pesar de la tragedia, confía plenamente en que volverá a caminar, ya que la médula no fue afectada, y aseguró: «Vamos para arriba. No queda otra».
El joven, quien estaba por terminar la preparatoria y soñaba con estudiar Agronomía, reveló que el miedo persiste en la comunidad. «Aún existe ese miedo y yo siento que nunca se va a quitar», comentó, pues el ataque ocurrió a plena luz del día en la zona céntrica, junto a la iglesia.