
El obispo de Irapuato, Enrique Díaz Díaz, cuestionó la distancia que existe entre el discurso oficial y la realidad que enfrentan miles de pacientes en el sistema público de salud federal.
Afirmó que, en la práctica, los enfermos más pobres siguen topándose con largos tiempos de espera y falta de medicamentos.
Según el prelado, en los últimos días atendió a fieles que padecen enfermedades graves y que, aun así, deben aguardar meses para conocer resultados de estudios clínicos o recibir un tratamiento adecuado. Esta situación, dijo, pone en riesgo la vida de quienes dependen exclusivamente de los servicios estatales.
Un caso que relató fue el de un paciente diagnosticado con una dolencia severa: tras realizarle estudios, los médicos le pidieron volver hasta finales de septiembre para revisar los resultados, lapso que compromete cualquier opción de atención temprana.
Ejemplos como este, señaló, no son aislados, sino frecuentes en hospitales públicos de la región.
El obispo de Irapuato también expuso que hay personas a quienes se receta medicación para un mes completo, pero en la farmacia sólo se les entrega fármaco suficiente para cinco o seis días, obligándolas a costear el resto de su bolsillo.
Para familias sin recursos, añadió, esto significa elegir entre alimentarse o continuar el tratamiento.
“La realidad que estamos experimentando en muchas situaciones es muy dolorosa y muy triste”, resumió el jerarca católico.
Finalmente, Díaz Díaz pidió sensibilidad a las autoridades para reconocer los problemas del sistema y actuar con urgencia, sobre todo en favor de quienes viven en pobreza y dependen por entero de la salud pública.
Sin ese compromiso, advirtió, las brechas entre los anuncios institucionales y la vida cotidiana de los enfermos seguirán ensanchándose.