
A 25 años de la explosión en la empresa química Tekchem, la colonia de San Juan de la Presa y zonas aledañas continúan viviendo las consecuencias. Residentes como la señora Isabel Moreno denuncian que las autoridades han ignorado los efectos a largo plazo en la salud, y la más reciente remoción de escombros ha reavivado los temores y la pestilencia.
Un suceso que marcó a la comunidad
El 12 de septiembre de 2000, la explosión de la empresa Tekchem en la colonia San Juan de la Presa desató una nube tóxica de color amarillo que, según los testimonios de los afectados, se esparció por el aire y les «bañó» con un líquido venenoso. Isabel Moreno recuerda que ella y su familia, al tratar de escapar, fueron cubiertos por el químico, que incluso les causó ardor al orinar, con un olor similar al del químico derramado.
Desde entonces, la comunidad asegura padecer enfermedades como cáncer, diabetes e insuficiencia renal, padecimientos que el doctor Héctor Jaime Ramírez Barba, entonces secretario de salud, habría predicho que se manifestarían en un plazo de 10 a 15 años. Incluso, la Sra. Moreno señala que los niños nacen con secuelas de la contaminación, y menciona el caso de una menor que, al ser expuesta de bebé, ahora vive con una infección crónica en los ojos. La falta de un registro oficial que vincule directamente estas enfermedades con la explosión ha sido una constante batalla con las autoridades.
La lucha por la justicia y el ambiente
Pese a los esfuerzos de la Asociación de Afectados y las denuncias presentadas en la entonces Procuraduría General de la República (PGR), los residentes se sienten abandonados por las autoridades. La falta de transparencia y el silencio de las instancias de salud pública, que se niegan a reconocer las muertes y enfermedades relacionadas con el incidente, es una de sus mayores quejas.
La activista Maura Alicia Vázquez, la situación refleja una falta de justicia ambiental que ha afectado a las comunidades. La preocupación se agudiza por el reciente movimiento de tierras en la zona, el cual, según los afectados, ha liberado nuevamente olores fétidos y productos químicos que afectan a los habitantes.
Isabel Moreno, habitante de la colonia San Juan de la Presa y una de las afectadas, concluye su testimonio haciendo un llamado a la memoria y la justicia, mientras el activista señala que no se oponen a la industria, pero que exigen que estas cumplan con las regulaciones ambientales para evitar más tragedias como la que transformó sus vidas.